10 jun 2010

Eres

La luz de aquel Sol de las 9 de la mañana proponían un día soleado, que podía adivinarse por aquel tenue resplandor que se filtraba a través de los largos cristales de su recámara. Miraba fijamente al horizonte que se entreveía tras aquella luz. Albergaba un poco de esperanza de los días pasados y memorias que él mismo no recordaba, pero la esperanza más grande aquel día al despertar era saber que ella estaría ahí. Antes de levantarse de su cama sonrió al darse cuenta que, aunque no la encontrase esa noche, era lo más cerca que iba estar de ella en un buen tiempo. Sonaba absurdo, pero así era. Su salida pasada había sido frustrada por otros compromisos . Sabía que debía de verla, pues no podría vivir dos meses sin mirarla y sonreír con ella. Pasadas las 3 comenzaba a pintar algo mal. Debía de encontrar a alguien que le acompañara al concierto, a lo que nadie parecía dispuesto. Comenzó a preocuparse y empezó a pensar en tal vez no asistir, pero un hermano de mil batallas se ofreció a acompañarlo. Habiendo emprendiendo el camino sostuvo una buena charla con su amigo, la cual se prolongó hasta que se dieron cuenta que estaban detenidos a mitad de Chapultepec, junto a personas que mostraban la misma exasperación visible en sus expresiones. Optaron por correr desde Reforma; buena elección. Llegó algo exhausto al recinto, pensando en dónde se encontraba ella, si aquella espera por verla iba a ser muy larga. Trató de llegar enfrente entre todo el ajetreo de las personas que ansiosos esperaban que iniciara el concierto. Sabía que ella amaba a Café Tacuba, al igual que él. Comenzó a pensar que con toda aquella multitud no la llegara a ver esa noche. Al mismo tiempo alguien sacaba a su amigo de la multitud y los interrogaban por posesión de drogas. Para pintar peor el desarrollo de las cosas, mientras era revisado, comenzaba el concierto entre un gran grito del público y la gente enloquecía de júbilo. Supo que, mientras no recibiera algún mensaje de ella debería resignarse a disfrutar un poco del concierto. A los pocos minutos se le secó la garganta. La opción fue refresco. Formado a mitad de la fila, los tacubos comenzaron a tocar los acordes de "El Baile y el Salón". Sin vacilar salió de aquella abarrotada fila y comenzó a bailar y cantar a tope, mientras pensaba que lo que más le hubiera gustado es que ella hubiera estado allí con él. Finalizada la magnífica canción se llevó la mano al bolsillo y vio una llamada perdida, pero casi al instante el celular volvió a sonar; era ella. Olvidando a su amigo, corrió a un lugar donde pudiera oír su voz. La buscaba con la mirada en todas direcciones. Se detuvo al lado de una plataforma con el celular aún en su mano, al tiempo que volteaba a su izquierda. Fue cuando la vio, cuando volvió a ver a su niñita. Inmediatamente su cuerpo corrió a abrazarla, a abrazarla tan fuerte como pudo, con un hermoso abrazo que deseaba darle desde hacía ya tiempo, un abrazo anhelado de felicidad que ella correspondió recíprocamente. De pronto, las dificultades que había tenido para llegar a ese momento fueron algo superfluo, pues sabía que nada de aquello podía compararse a ese momento. Como eterno enamorado suyo, no dejaba de mirarla. Se había cortado el cabello; su nuevo corte la hacía verse más linda aún, mientras sus hermosos labios rosas lo hacían sentir como la primera vez que los vio. De regreso a la fila de los refrescos no podía dejar de pensar que ella estaba tras de él, desviviéndose con cada canción cantando a pleno su hermosa voz, que tantas veces había escuchado cantar sentados bajo el puente. La atracción que provocaba aquella melódica voz de sirena lo distraía sobremanera, de tal forma que si hubiera puesto su total atención a los refrescos hubiera estado en aquella horrenda fila 5 minutos menos. Los 3 aprovecharon para escabullirse entre el grueso del público. A la par que crecían los gritos la lluvia comenzaba a aparecer y la gente se estremecía con canciones como Esa Noche. Abrazados, bailando calmados, cantando al unísono la canción, formando coros contrapuestos que sacaban emociones, leves roces que aceleraban las palpitaciones y las sonrisas. "María" siendo cantada por ambos, mientras miradas de reojo hacían que la piel sintiera escalofríos, combinados con una mano envolviendo a la otra, mientras ella cantaba suavemente en el sensible cuello de él, en sus orejas, sintiendo la respiración un tanto irregular en ese momento, pues el frío y la lluvia comenzaron a calar. Justo cuando la lluvia comenzó a caer de manera más violenta " Eres" vibró en las bocinas y en sus gargantas. Él supo que esa canción era una dedicatoria a ella, pues eso es ella en él, su deseo más anhelado y profundo; desde el momento en que la conoció supo que ella era alguien especial, su chica ideal " una dulce perla blanca mexicana" ( oigan, también cuando estaba triste le quedaba esa canción), que si no era ella no iba a ser nadie; que su eterno enamorado le cantaría aquella canción al oído, mientras dejaba que, cual su droga, sus suave fragancia llegara a su interior proveniente de su hermoso cabello negro. Él trató de decirle que siempre estaba a su lado, y que no sólo la quería; la ama demasiado, nunca había amado antes igual. Era algo muy fuerte que tantas veces le habían dicho que dejara por la paz, que había muchas otras, pero el no desistía. Ella volteó, sin decir palabra alguna, sonriendo dulcemente, él sonrió y no pudo evitar la comisura de sus carnosos labios y no pudo evitar sonreír; alzó la vista y los dos vieron los labios del otro; lentamente se acercaron y unieron aquel bello momento como dos almas cierran algo; con un beso. La lluvia amenazante se convirtió en brisa fresca y suave que acariciaba la tersa piel de las suaves manos de ella, mientras que él creía subir al cielo a la par del vapor emergente de los calores reunidos de tantas cientos de personas que hacían lo mismo que ellos, tratando de buscar en aquellas insospechadas alturas al destino que lo había llevado a su cenit, al momento quesolo en sus mejores y más dulces sueños había concebido mientras volaba por lugares insospechados del subconsciente. Aquel beso cerró con una dulce mordida a su labio por parte de ella, mientras el momento parecía haber sido eterno. Los cuerpos empapados de ambos se sonreían y cuántas cosas pasaban seguramente por la cabeza de ambos. El destino quiso seguir haciendo de las suyas y envió ráfagas de lluvia combinada con helado granizo. Mientras la gente seguía con su adrenalina, las calles aledañas comenzaban a sufrir inundaciones y coche tras coche comenzaron a acumularse. En un momento ella debió de irse, mientras se alejaban de la multitud para despedirse atravesando charcos de lluvia que reflejaban sus cansados pero felices rostros, mientras " La Ingrata" sonaba de fondo. La despedida fue algo más relajado y alejado del bullicio. Pensaba que quería volver a probar sus labios que le habían hecho sentir el momento más feliz de su vida; al final se decidió a despedirse como los que saben que se volverán a ver otras muchas veces, y ella se fue alejando de la vista de él, perdiendose en la inmensidad de la noche, en espera de un buen descanso. Él y su amigo continuaron con la adrenalina del concierto, hasta que finalmente se decidió culminar el concierto con " Bar Tacuba", para así los tacubos despedirse de sus entumidos fans. Pasadas las 3 am, llegó completamente entumecido a su hogar, en espera de ropa seca y una cálida cama. Antes de dormir le envió un mensaje a su niñita, la cual seguramente estaba ya dormida, según su suposición. Sin asuntos en la mente se introdujo a sus sábanas y esperó a que el frío se disipara. Pero quiso el destino, como todo lo que ocurrió aquel día, que ninguno de los dos pudiera por fin entregarse al sueño...